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MUJERES INDÍGENAS Y EDUCACIÓN: Oportunidad de desarrollo comunitario

 Escrito por  Yesenia Montes

 Fecha de publicación  2022-06-20

Cuando iniciamos nuestro proyecto de fomento de la lectura a través de la biblioteca caminante Puriyninchik, Sarhua fue la primera comunidad indígena Quechua en la que trabajamos con niñas y niños de entre 6 a 12 años, donde no tardamos en notar que tenían grandes dificultades a la hora de leer, por lo que decidimos visitar sus hogares y conocer las familias para involucrarlos en la educación de sus hijos.

Grande fue nuestra sorpresa al descubrir que el 30% de madres de familia que visitábamos eran analfabetas, mientras que el otro 30% había estudiado únicamente la primaria o parte de ella, por lo que no podían acompañar o ayudar a sus hijos en sus procesos lectores como ellas quisieran. Una realidad que vivieron también mis abuelas quienes apenas fueron a estudiar a la escuela apenas uno o dos años.

Esta situación me permitió notar que ser indígena en nuestro país, ya implica de por sí una desventaja en cuanto al acceso de oportunidades; pero ser mujer indígena lo es aún mucho más y esto no sólo en materia educativa.

Sin embargo, es también desde nuestra experiencia que podemos indicar que son las mamás de nuestros usuarios, las mujeres indígenas, quienes más se preocupan por la educación y el bienestar familiar, son quienes desde muy temprano trabajan y son el motor que impulsa el desarrollo no sólo de su familia, sino también de su comunidad, aunque muchas veces no sea reconocida.

Para mí es una bendición haber podido estudiar y lograr lo que mis abuelas indígenas no pudieron; y esta oportunidad que tuve es una de las motivaciones por las que ahora buscamos brindar oportunidades de desarrollo a través de la educación para las niñas y niños de Sarhua, a través de los libros y la lectura, no sólo como lectores, también como autores de sus propias historias, siendo protagonistas de su propio libro de vida.

Es curioso que Jesús se haya preocupado por acercarse a las mujeres más discriminadas de su tiempo, para tratarlas con respeto y dignidad, viendo en ellas el gran valor que tenían, esto no me parece casual ni anecdótico; todo lo contrario, me parece una clara muestra de lo que, como cristianos deberíamos hacer.

Warmi masillaykuna, ñañallaykuna: Llapaykichiktam kuyakuyniyta chaynallataq riqsikuyniyta chayachimuykichik, hinaspam kallpanchamuykichik hinallaya llamkananchikpaq ayllunchik hinallataq llaqtanchikuna rayku iñiywan ¡Manam sapallanchikchu kachkanchik!

(Mujeres indígenas, hermanas mías: Les hago llegar todo mi cariño y reconocimiento, pero también las animo a seguir trabajando con fe por nuestras familias y comunidades ¡No estamos solas!)

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